Hacia años que no sabia nada de José María Carrascal. Este magnifico periodista y escritor me hizo pasar muchas mañanas apuradas de sueño cuando presentaba su intempestivo noticiario televisivo en Antena 3. Me gustaba ver su forma amena y graciosa de relatar las noticias.
Pues hete aquí un amigo me envió una pequeña opinión periodística que este artista del medio público hace unos días en el diario ABC. Su titulo: Todo por la Patria.
Menos mal que todavía nos queda la Guardia Civil, convertida en remedio de todos los males de una nación cuya herencia se reparten sus hijos a mordiscos y puñetazos, mientras el cabeza de familia presume por esos mundos de solucionador de conflictos y enderezador de entuertos. En tan tristes circunstancias, la Guardia Civil igual detiene terroristas que persigue el narcotráfico, hace frente a multitudes desmandadas, salva vidas en las riadas torrenciales, salva la cara del presidente cuando su amigo del alma le pide más tropas para Afganistán y no quiere o no puede, eso nunca se sabe con Zapatero, dárselas. Sin decir, naturalmente, que va al lugar más peligroso de aquel peligrosísimo país: los centros de instrucción de su policía, el objetivo predilecto de talibanes y Al Qaeda.
Sí, esos mismos Guardia Civiles que ganan menos que los guardias municipales, y no digamos ya que los policías autónomos, que tienen que llamarles cuando se encuentran en apuros. Esos Guardia Civiles injuriados, ofendidos, vituperados, ridiculizados por una izquierda que está demostrando ser tan corrupta e incapaz como la peor de las derechas, y que ahora los usa de criada para todo. Sabiendo que estarán siempre dispuestos a cumplir lo que les manden con la disciplina, rigor y generosidad que les caracterizan. Sin pedir nada a cambio, sin levantar la más mínima protesta, conscientes de que no se les dará ni las gracias, eso sí, con humildad y orgullo, eso siempre.
Una verdadera lástima que la Guardia Civil no sepa de economía -¿cómo va a saber, si se ha movido siempre en los umbrales de la digna pobreza?- y no pueda arreglarnos los problemas económicos, cada vez más grandes, cada vez más graves, cada vez más acuciantes, mientras el gobierno subasta las últimas joyas de la heredad entre los que le ayudan a mantener la ficción de que gobierna, dando aún más privilegios a los que ya los tienen y subiendo las cargas a los que de verdad trabajan. Esa es la última versión del socialismo hispano: para los que le apuntalan en el poder, todo. Para quienes intentan quitárselo, soltar la jauría que descubra sus vergüenzas.
¿Cuánto puede durar así un Estado? Depende de la capacidad de autoengaño de sus habitantes, que, siendo mucha entre los españoles, no es infinita. Digo Estado, no nación, porque España hace ya tiempo que ha dejado de serlo, como demuestra la incapacidad de su Tribunal Constitucional de ratificarlo.
En fin, siempre nos quedará la Guardia Civil, por la sencilla razón de que la necesitamos todos los españoles, no importa la ideología, credo, tiempo, lugar de nacimiento o tendencias sexuales.
¿Quieren también quitar de sus casas-cuartel lo de «Todo por la patria», que la Guardia Civil ha demostrado con hechos no con palabras? Son capaces.
Sólo se te olvido una palabra, José María. Honor.
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