Hace unos días, en un canal que no recuerdo si era TVE, Antena3 o Tele5 vi un reportaje en el que se hablaba de los problemas de la vivienda. Abordaron de la misma manera distintas causas.
Al principio de dicho programa se vio como un gran número de familias, ante la imposibilidad de hacer frente a las letras de su hipoteca, y sin recibir el más mínimo apoyo de la administración, eran expulsados de la vivienda en la que residían tras ejecutarse el embargo por parte del banco.
Por lo que puede ver, en su mayoría, eran personas trabajadoras a las que la situación actual les había jugado una mala pasada y habían perdido sus puestos de trabajo, se había acabado el desempleo y no eran capaces, con los míseros fondos con los que contaban de hacer frente a la irremediable cuota hipotecaria.
Algunos se realojaban con familiares, pero otros se quedaban en la calle. En la puta calle.
Eran personas honradas. Se me hizo un nudo en la garganta. Por la indignación que me provocó… y por la rabia contenida.
No tenían derecho a ningún tipo de ayuda. Seguramente habían cotizado y pagado sus impuestos religiosamente durante años, pero ahora el Estado se desentendía de su situación.
Pero lo peor del programa aun no había llegado...
Comenzaron a emitir imágenes de personas, en su mayoría de etnia gitana, que ocupaban viviendas vacías. Y además se enganchaban de manera ilegal al fluido eléctrico y al agua. El proceso para expulsar a esas personas de su vivienda es más largo que el del caso anterior, por impago de hipoteca.
Que decir, y lo afirmo con convencimiento, que las familias “okupas”, en su mayoría, solo sabían decir “tenemos derecho a una vivienda digan, por que somos personas”. De trabajar no decían nada. Para que. En todas las ciudades españolas estamos acostumbrados a que ciertas personas reciban viviendas “por la cara” cada cierto número de años, formando ellos mismos sus propios guetos. Además, para seguir con la misma tónica: ni hipoteca, ni pago de ningún tipo como alquiler, ni facturas de luz, agua o gas, ni mucho menos trabajar. “Es que semos probes”. Y yo añadiría: “y vagos”. También es muy curioso que estas personas, en ocasiones, tengan numerosos antecedentes penales y se dediquen a la venta de sustancias psicotrópicas en esas mismas viviendas. Y, como son muy pobres, solo puedan tener en la puerta de esa casa un BMW ultimo modelo, y para entretener a los “churumbeles” y a ellos mismos la súper video consola ultimo modelo (que cuesta una pasta) enganchada a un televisor plano de alta definición con 48 trillones pulgadas. De sus cuellos, muñecas y dedos, cuelguen, para marcar territorio y que todo el mundo sepa quien manda “aquí”, cadenas, colgantes, esclavas y anillos de oro, en ocasiones con incrustaciones de diamantes. Pero… “semos probes”.
Menos mal que las diferentes administraciones están para ayudarles.
Diría el político de turno -Imaginad si son pobres que no han tenido dinero en toda su vida para poder pagar la Seguridad Social o su IRPF, o tan siquiera para hacer la declaración de la renta ni una sola vez- mientras pone cara de pánfilo y le entrega las llaves de su nueva vivienda unifamiliar.
Por que pisos no les ponen. No. Vaya a ser que personas malignas, ajenas a esas familias, vayan a ese bloque de viviendas, inutilicen el ascensor, roben la cabina y arrojen basura por el hueco vacío, con el animo de joder la marrana. Después la cabina la venderán, al peso, junto con todas las cañerías y resto de piezas metálicas de la casa.
A esta "pobre gente" la administración si que les ayudaba, no como a los del primer caso que comenté.
Pero que queremos. Esta es la España que tenemos, y que en muchos casos nos merecemos. Después nos extrañamos cuando miramos con envidia a Gran Bretaña, Francia, Alemania o Estados Unidos.
Esto… si, si, esto, es el auténtico show celtibérico. El de los políticos gañanes y con menos vergüenza que una ameba y el de los pobres ciudadanos que tienen que superar durante el día a día el estigma, entre otras cosas, de ser españoles en España.
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